Parece que, al igual que la electrónica, los dúos rockeros están de moda. En Hermanos del Rock, dejamos la electrónica a un lado y apostamos por el sonido mucho más cálido y orgánico de estas “mini bandas”. No sorprende para nada que Mike Kerr (voz, bajo) y Ben Tatcher (batería) sean de Brighton, Inglaterra. Aparentemente en este país, de cada oscuro recoveco salen músicos todos los días. Están tocando desde el 2013 y ya andan compartiendo escenario con Arctic Monkeys.
Con su debut homónimo, el mundo parece juzgarlos con dedo acusador que suenan a The White Stripes o Queens of The Stone Age. Pero no le restemos mérito. La formación es atípica, y la forma en la que llegan a su sonido también. Rockean durísimo y sin guitarra. ¿Rock sin guitarra? No pueden negar que eso es totalmente original. “¡Que mentira!”, pensarán algunos, pero lo cierto es que la tarea recae toda en el bajo, que es ejecutado con maestría por un hábil músico.
Al escuchar el disco encontramos la influencia marcada de muchas bandas clásicas de rock, lo cual a mi parecer, enriquece el sonido. Repito, no están redefiniendo el rock por el momento, pero no se le puede pedir eso a cada banda que empieza por ahí porque entonces no habría rock nuevo en lo absoluto.
Hoy en día se critica a cualquier banda que no use un sintetizador, una orquesta y se ponga todo loquillo/creativo, con algún toque minimal aquí y allá. A veces, en la simplicidad está la belleza, y además, es bueno saber que en esta era de DJs el rock no está del todo perdido. Por sus presentaciones en vivo sabemos que no hay nada de trucos o efecto Wall Disney, pero hay mucho de talento, potencia y magia.
El disco reúne 10 canciones y abre con "Out Of The Black" que exuda confianza. No hay nada de dulzura o suavidad. A diferencia de "Come On Over", que habla de un tren que no va a ningún lado, nosotros vamos saltando por canciones llenas de descargas tras descargas.
Desde "Figure It Out", pasando por "You Can Be So Cruel" o "Careless" tenemos temas para aquellos de oídos más sensibles, porque una voz melodiosa, una rítmica batería y el exuberante bajo logran alcanzar el gancho comercial, sin perder integridad en el camino.
A pesar de que el disco está compuesto de inicio a fin de riffs, esta banda no está tratando de hacer metal, no podría estar más lejos de ello. El sonido es adictivo, y no se puede negar que el desenfreno de Royal Blood tiene el punch suficiente para ponerte a saltar, sin llegar a la esquizofrenia que podría aturdir a muchos.